No entiendo, si nos hacemos tanto daño,
¿por qué carajos seguimos juntos?, nos lastimamos cada vez que el coraje se apodera de nosotros, nos herimos con palabras, con desprecios, con miradas, con la distancia que se va haciendo cada vez más ancha en nuestra cama; después viene el arrepentimiento y las reconciliaciones con un buen sexo, pero yo… yo termino por sentirme tan vacía, tan dolida, con este maldito hueco en mi pecho y tú lo notas, pero no dices nada, solo te quedas en silencio sin decir palabras.
Quiero irme, dejarte libre para que cojas con quien te apetezca, porque se que eso es en lo único que piensas, para que encuentres a la mujer que esté a tu altura, de buen trasero, pechos grandes y piernas perfectas, ya que yo te dejé de ser suficiente, nunca lo he sido; me lo dices, lo siento, tú siempre resaltas mis defectos, pero sigo aquí, lastimándote y lastimándome.
No pretendo hacerme la víctima porque también te he herido, te he gritado y maldecido; sin embargo, reconozco mis fallas y he intentando siempre arreglar los daños, pero tú te crees perfecto y te vuelves cada vez más soberbio.
¿Será que aún me amas?,
porque siento que este “amor” es más apego que otra cosa y es que ya no me abrazos, esquivas mis besos y aunque el sexo sigue siendo bueno, es solo eso… sexo, vacío y falto de sentimientos.
Se me está yendo la vida, la juventud, la firmeza entre mis piernas, voy dejando mis mejores años en esta jaula llamada amor, pero, ¡sigo aquí!
¿Por miedo?
¿Dependencia?
¿Resignación?,
no lo sé, como tampoco puedo descifrar lo que siento por ti en estos momentos, solo se que no soy feliz como lo deseo.
¿Valdrá la pena?, seguir cuando tú te detienes.
¿Pertenecerte solo a ti?, cuando tú deseas a otras mujeres.
¿Aguantar?, tus insultos, tus pocos “te quiero” forzados, tus “besos” sin sabor, tus “abrazos” solo en mis cumpleaños y el sexo, más que por deseo, ¿por obligación?
¿Por qué me lastimo de esta manera?, cuando tú has dejado las puertas abiertas desde hace mucho tiempo, cuando ya tantas veces me has dicho que no te importa si me voy o me quedo.
Somos tan tóxicos porque nos hemos acostumbrado a estar un día bien y muchos otros huyendo y esquivándonos en silencio.
Sigues aquí haciéndome creer que soy yo la única que en el camino ha errado, echándome la culpa de tus desdichas y tus enfados, pero prometo irme un día, no se cuando ni a donde, solo se que cuando el valor me tome de la mano y no me suelte jamás volverás a saber de la mujer que te entregó todo, jamás volverás a verme.